Opinión
¿Está preparado Manabí para un nuevo gran sismo? Una reflexión necesaria
Años después del terremoto que marcó nuestra historia, la pregunta sobre nuestra verdadera capacidad de respuesta y prevención sigue vigente y exige un análisis honesto.
El recuerdo del 16 de abril de 2016 es una cicatriz imborrable en la memoria colectiva de Manabí. Aquel sismo no solo derribó edificios, sino que también sacudió los cimientos de nuestra percepción de seguridad. Desde entonces, hemos hablado mucho de reconstrucción, resiliencia y prevención. Pero, ¿hemos avanzado lo suficiente?
La reconstrucción física es evidente en muchas de nuestras ciudades. Se han levantado nuevas edificaciones, teóricamente bajo normativas de construcción sismorresistente más estrictas. Sin embargo, la preparación va más allá del hormigón. Implica una cultura de prevención que debe calar en cada hogar, cada escuela y cada lugar de trabajo. ¿Sabemos realmente cómo actuar antes, durante y después de un sismo? ¿Contamos con mochilas de emergencia actualizadas? ¿Hemos participado en simulacros efectivos y no solo de cumplimiento?
"La resiliencia no se mide solo por la capacidad de reconstruir lo caído, sino por la sabiduría para evitar que la próxima vez el golpe sea igual de duro. La prevención es la inversión más inteligente que podemos hacer."
Es crucial que las autoridades continúen fiscalizando la calidad de las construcciones y, sobre todo, que inviertan en educación ciudadana. Los simulacros deben ser constantes y realistas. La señalética de rutas de evacuación debe ser clara y estar en buen estado. La verdadera preparación es un trabajo diario y silencioso, una responsabilidad compartida entre el gobierno y la ciudadanía. No podemos permitir que la memoria se desvanezca y nos encuentre, una vez más, desprevenidos.